Grande fue mi desilusión cuando, de niña, me explicaron que gran parte de las estrellas que vemos cada noche ya no existen. Más aun lo fue cuando me mostraron que esa, mi estrella, con seguridad había explotado hacia milenios. Había pedido deseos a algo inexistente y por lo tanto no tenían validez alguna. Así que comencé a tirar monedas a las fuentes, buscar estrellas fugaces, esperar trenes debajo de puentes y apagar todas las velas posibles durante el día de mi cumpleaños. Grande es mi sorpresa hoy, al darme cuenta que los deseos que se me cumplieron fueron los que le había pedido a esa estrella que ya no existe..
