Buscar la felicidad genera infelicidad y tal vez nos haría bien aceptar humildemente lo que la vida nos presente. Aceptar que nuestros estados de ánimo cambian, que nuestra vida sentimental nos ocurre, mucho más allá de nuestro control.
La vida es una lucha épica que a veces nos duele mucho. Hay días en los que uno no quisiera levantarse de la cama ni ir a trabajar ni hablar con nadie. Pero se levanta, va a trabajar y habla con los que tiene que hablar. Y sobrevive. Me parece que entender esto quizá nos humaniza, nos vuelve más humildes y aleja esa estúpida idea de que debemos ser fuertes e invulnerables
En los días oscuros uno entiende los contrastes. Uno entiende que hay cosas que le duelen, que lo paralizan y que lo aterran.
En los días oscuros te das cuenta que el sentido de la vida es simplemente vivir. Que vivir a veces es tan difícil que tampoco debería exigirse grandes logros y grandes retos todos los días, porque de hacerlo quedaría atrapado en estándares muy difíciles de alcanzar.
Nadie logra maravillas todos los días. Solo a veces, surgen chispazos de talento y genialidad, de amor incondicional, de generosidad compasiva. El resto del tiempo se persevera para seguir vivo y abrazar la vida lo mejor que se pueda. Levantarse de la cama, intentar hacer bien las cosas, intentar no ser un miserable con los demás, y saber que a veces, con eso basta y sobra.
Fluir hasta en esos días de malestar, de baja energía en los que uno siente que nada sale bien. Eso es saber vivir.
Vale Villa