No estás y yo pierdo antes de apostar, antes de abrir los ojos, caigo en picada como la teja de un tejado en un terremoto inesperado y absurdo. Mi cuerpo se tambalea, sin puntería, desafinado, mientras el mundo entero continúa en su sitio. El carrusel nunca se detiene, pero yo deseo tirarme en marcha.
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Grito tu nombre y estalla la luna. De sus trocitos construyo una dentadura plateada y te devoro en mordisquitos imperialistas. Tú tachas mi digestión de dictadura y en insurgencia rebelde te camuflas para siempre. Ahora, sacrificada la luna, exiliado tu nombre, las noches son frías y oscuras. Yo se que sigues cerca de mí, allí dentro, pero no te dejas ver. Mis ojos ya no te frecuentan, te muestras invisible, pero yo aún te sigo sintiendo.
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-"La ira dormida" IVAN SÁINZ-PARDO