domingo, 9 de octubre de 2016
miércoles, 21 de septiembre de 2016
martes, 28 de junio de 2016
martes, 7 de junio de 2016
domingo, 22 de mayo de 2016
Los perros nunca mueren. Ellos no saben cómo hacerlo. Se cansan, se hacen viejos, y sus huesos duelen. Pero, por supuesto que no mueren. Lo que les pasa a los perros es que se les entra el sueño. Eso es lo que les pasa. Entonces, sólo se quedan dormidos en el corazón de sus dueños. Y cada rato se despiertan y mueven sus colas felices. Por eso duele tanto el pecho y dan tantas ganas de llorar...
-Ernest Montague
sábado, 21 de mayo de 2016
mi perro me miraba
dándome la atención que necesito,
la atención necesaria
para hacer comprender a un vanidoso
que siendo perro él,
con esos ojos, más puros que los míos,
perdía el tiempo, pero me miraba
con la mirada que me reservó
toda su dulce, su peluda vida,
su silenciosa vida,
cerca de mí, sin molestare nunca,
y sin pedirme nada.
-Pablo Neruda
martes, 17 de mayo de 2016
domingo, 8 de mayo de 2016
jueves, 5 de mayo de 2016
jueves, 31 de marzo de 2016
Eres fría - me acusó. Rodé los ojos.
-Qué bueno - dije sarcástica.
¿Crees que eso es una cualidad?
- Creo que es una resistencia - le dije- Busqué cubrir mis heridas de una manera que nadie las note y así fue como se desarrolló mi personalidad indiferente. Muchas veces, y casi todo el tiempo, soy una persona fría. Pero mi frialdad es mi protección.
El Chico de los ojos cielo (Niall Horan y Tu)
-Qué bueno - dije sarcástica.
¿Crees que eso es una cualidad?
- Creo que es una resistencia - le dije- Busqué cubrir mis heridas de una manera que nadie las note y así fue como se desarrolló mi personalidad indiferente. Muchas veces, y casi todo el tiempo, soy una persona fría. Pero mi frialdad es mi protección.
El Chico de los ojos cielo (Niall Horan y Tu)
lunes, 7 de marzo de 2016
martes, 19 de enero de 2016
Éste es un amor (Efraín Huerta)
Éste es un amor que tuvo su origen
y en un principio no era sino un poco de miedo
y una ternura que no quería nacer y hacerse fruto.
Un amor bien nacido de ese mar de sus ojos,
un amor que tiene a su voz como ángel y bandera,
un amor que huele a aire y a nardos y a cuerpo húmedo,
un amor que no tiene remedio, ni salvación,
ni vida, ni muerte, ni siquiera una pequeña agonía.
Éste es un amor rodeado de jardines y de luces
y de la nieve de una montaña de febrero
y del ansia que uno respira bajo el crepúsculo de San Ángel
y de todo lo que no se sabe, porque nunca se sabe
por qué llega el amor y luego las manos
—esas terribles manos delgadas como el pensamiento—
se entrelazan y un suave sudor de —otra vez— miedo,
brilla como las perlas abandonadas
y sigue brillando aún cuando el beso, los besos,
los miles y millones de besos se parecen al fuego
y se parecen a la derrota y al triunfo
y a todo lo que parece poesía— y es poesía.
Ésta es la historia de un amor con oscuros y tiernos
orígenes:
vino como unas alas de paloma y la paloma no tenía ojos
y nosotros nos veíamos a lo largo de los ríos
y a lo ancho de los países
y las distancias eran como inmensos océanos
y tan breves como una sonrisa sin luz
y sin embargo ella me tendía la mano y yo tocaba su piel
llena de gracia
y me sumergía en sus ojos en llamas
y me moría a su lado y respiraba como un árbol despedazado
y entonces me olvidaba de mi nombre
y del maldito nombre de las cosas y de las flores
y quería gritar y gritarle al oído que la amaba
y que yo ya no tenía corazón para amarla
sino tan sólo una inquietud del tamaño del cielo
y tan pequeña como la tierra que cabe en la palma
de la mano.
Y yo veía que todo estaba en sus ojos —otra vez ese mar—,
ese mal, esa peligrosa bondad,
ese crimen, ese profundo espíritu que todo lo sabe
y que ya ha adivinado que estoy con el amor hasta
los hombros,
hasta el alma y hasta los mustios labios.
Ya lo saben sus ojos y lo sabe el espléndido metal
de sus muslos,
ya lo saben las fotografías y las calles
y ya lo saben las palabras —y las palabras y las calles
y las fotografías
ya saben que lo saben y que ella y yo lo sabemos
y que hemos de morirnos toda la vida para no rompernos
el alma
y no llorar de amor.
El dolor y la adversidad existen para que reaccionemos y nos demos cuenta de que estamos vivos y que tenemos qué luchar, y no estacionarnos en el conformismo y la comodidad. Después de un momento de dificultad, el alma descansa, y descubrimos talentos que no conocíamos y que no hubiésemos imaginado que existían en nuestro interior.
Prólogo de Adriana Castro Alverde en “Los elefantes no vuelan” de David Montalvo.
Querida yo, sé tú misma
Lo último que te quiero pedir es que vuelvas a ser tú. Entre tantas obligaciones, miedos, dudas y frustraciones ya no sé dónde hemos quedado. Tan solo te pido que vuelvas a ser ese niña que reía a carcajadas y se ilusionaba.
Sé que la vida es dura y que te han desilusionado. También sé que has llorado muchas veces porque te rompieron el corazón. Pero la vida es eso: amar, crecer, reír, llorar, ilusionarnos y volver a empezar.
Por favor, no me dejes a un lado. Querida yo, yo soy tú y solo te pido que vivamos con pasión y como si el mundo se acabara hoy. No sé si mañana estemos aquí para volver a intentarlo.
-Okairy Zuñiga
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