domingo, 20 de diciembre de 2015

Mis muertos, como los de cada quien, van conmigo a todas partes. Algunos días los siento mirando sobre mi hombro. Desde ahí aprueban o dirimen.

-La emoción de las cosas, Ángeles Mastretta
Y puede que tenga la oportunidad de decirle que, durante todo este tiempo, la única persona que ha venido a mi pensamiento a escondidas ha sido él, porque aquella noche algo se me removió por dentro cuando me besó, y no es fácil que alguien consiga removerte el corazón cuando lo tienes a prueba de bombas atómicas.

-La vida imaginaria, Mara Torres

domingo, 26 de julio de 2015

Esto es vida

Besar tus ojos oscuros, 
dejar atrás las heridas 
dormir, dormir pegado a tu pecho 
esto es vida 
cerrar mi mano en tu mano 
y beber tu dulce saliva 
meter mi cuerpo 
meter mi cuerpo en tu cuerpo 
esto es vida
...

Robi Draco Rosa









miércoles, 22 de julio de 2015

I always said I'd be happier alone. I'd have my work, my friends, but someone in your life all the time? More trouble than it's worth. Apparently, I got over it. There's a reason I said I'd be happy alone. It wasn't cause I thought I'd be happy alone. It was because I thought if I loved someone and then it fell apart, I might not make it. It's easier to be alone. Because what if you learn that you need love and then you don't have it? What if you like it, and lean on it? What if you shape your life around it and then, it falls apart. Can you even survive that kind of pain? Losing love is like organ damage. It's like dying. The only difference is, death ends. This, it could go on forever.

Grey's anatomy

martes, 21 de julio de 2015


... y siempre fue sin pretensiones de amar ni ser amada, aunque siempre con la esperanza de encontrar algo que fuera como el amor, pero sin los problemas del amor. 

El amor en los tiempos del colera, Gabriel Garcia Marquez
Ella me daba la mano y no hacia falta mas. Me alcanzaba para sentir que era bien acogido. Mas que besarla, mas que acostarnos juntos, mas que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor.

La Tregua, Mario Benedetti 

martes, 2 de junio de 2015


martes, 5 de mayo de 2015

Un dolor así, dolor del alma, no se quita con remedios, terapia o vacaciones; un dolor así se sufre, simplemente, a fondo, sin atenuantes, como debe ser.

El cuaderno de Maya, Isabel Allende

La última primera vez

Nos dijimos tantas veces adiós que despedirnos significaba reinventar un reencuentro.

Era un precipicio con vistas al mar, y yo me hice adicta a las alturas desde que lo contemplé precipitarse sobre mí desde el punto más alto de un sueño.
Era una espalda llena de lunares que desprendía felicidad al desplegarse, quizá por eso me adherí a él: era ese punto exacto de felicidad que tiene la tristeza y que nunca se encuentra.

Pero, entonces, él.

La última primera vez que lo vi estaba de espaldas -cómo no, él siempre por delante del mundo-, y me tembló cada huella. Se giró y nos abrazamos, como se abraza un niño al peluche que le salva cada noche de las pesadillas, como se abraza un cuerpo llovido y frío a otro que le espera lleno de mantas, como se abraza al futuro quien ha perdido demasiado a cambio de un poco,  como se abrazan dos almas cansadas que solo necesitan que sus huesos choquen.

Estaba tan guapo, tan guapo como la primera vez, tan guapo como los finales tristes que terminan con un beso, como esas tormentas que te ahogan si no te mojan, tan guapo como esos hombres que -por fortuna o por desgracia-son para toda la vida.

Sueño tanto con él que verlo es como seguir dormida.

Él caminaba y me hacía creer que los ayeres nunca podrían convertirse en mañanas; que cuando el reloj se rompe de nada sirve darle cuerda; que hay flores que duran un verano porque la vida es así, y de nada vale ahogarles en agua si ya es invierno.

Yo lo escuchaba como se escuchan algunas canciones: leyéndolo. Verbalizaba todos mis motivos en cada sorbo de café -a veces se ausentaba y era entonces cuando yo le deslizaba mis razones sobre la mesa-. Fue uno de esos momentos en los que las palabras sobran.
Me explico: cuando sabes el final de una película y aún así vuelves a verla, es cuando te fijas en los detalles que guarda. Y yo solo quería mirarlo, una última primera vez más. Porque, pese a todo, sonreía.

Sonreía taladrando mi mirada con sus ojos tristes.

Y así hasta su adiós me parecía bonito.

Después, devoramos cada migaja que dejamos para no poder encontrar el camino de vuelta a nosotros. Pero, en medio del banquete, le acaricié el pecho y fue como tocar una nube: nos caló los huesos.
Lo vi lloverse por dentro, deshacerse hundido en mi hombro, alcanzar mis latidos, abandonar por un momento el camino mirando mis ojos mirando su boca, suplicarme que (no) lo dejara ir, respirarme el cuello para coger aire, estrecharme como si aferrándonos así pudiéramos salvarnos, rendirse de rodillas ante todos los amores que no pueden ser y sacrificarse durante un instante por ellos.

Cómo no iba a besarlo. Cómo no iba a deshacerme de todos los salvavidas en su boca de agua una última primera vez.

Al abrir los ojos vislumbré su espalda vestida sin mis manos -como la primera vez-alejándose de otra vida, zigzagueando entre su presente y mi futuro, recogiendo flores arrancadas para recordarse que no podríamos volver a querernos, con nuestra saliva aun latiendo en el corazón y el silencio gritando en su boca ya cerrada.

Hay cosas que no pueden terminarse porque nunca han comenzado.

Elvira Sastre






El lugar más feliz del mundo, David Jiménez

domingo, 4 de enero de 2015



El Recado, Elena Poniatowska


-Eric Fromm

-Elvira Sastre